miércoles, 25 de junio de 2014

Cómo comenzó todo

Me invade la satisfacción al presentaros mi nuevo blog "El drama de mi ortodoncia" en el que os iré contando durante los próximos meses mi experiencia con la ortodoncia, las visitas al dentistas y la dieta blanda.

¿Por qué lo hago? Primero porque los que ya me vais conociendo sabéis que tengo la necesidad de contar todo lo que me pasa, es una tara de nacimiento, y por otro lado quiero que si alguno de vosotros está pensando colocar sus dientes sepa de primera mano a lo que se enfrenta. Con el paso del tiempo tendemos a idealizar los recuerdos y siempre que he preguntado a ex portadores de ortodoncia cómo fue su experiencia me responden algo similar a: "bueno, molesta un poco pero no es para tanto", hasta que le hice la misma pregunta a un compañero que está terminando ahora con ella: "duele bastante pero te acabas acostumbrando". Suena más realista ¿verdad?

En mi caso he de confesar que mis dientes tampoco es que estén tan mal, solo que tengo boca para dos o tres dentaduras y claro... Si os mudárais a una casa más grande ¿no tenderíais a expandiros? De pequeña le comentaba este tema a mi dentista, creo que era la única adolescente que le planteaba a su médico si no necesitaría ponerse ortodoncia, pero yo siempre he sido así de "diferente". Año tras año me respondía que esperara a que me salieron las muelas del juicio y que ya vería cómo se juntaban solos.

No las tengo ni formadas.

Cuando asumí que a mi edad moriré sin saber lo que es una muela de ese tipo, volví a acudir al dentista (a otro, el mío pobrecito falleció) que confirmó mis sospechas comenzando así una búsqueda de varios meses del ortodoncista más bueno, bonito y barato de mi ciudad.

Finalmente me he puesto en manos de un centro de estudios en el que me tratan ortodoncistas que aprenden varios tipos de técnicas y cirugías, pero también me sale a mitad de precio. ¡Hay que tener más confianza en las nuevas generaciones! Será porque formo parte de ella pero no temo quedarme sin dientes como me han dicho mas de uno ¿en broma?.

Antes de decidir qué tratamiento iba a seguir me sentí (porque realmente lo fuí) un maldito conejillo de indias: me hicieron radiografías, fotos, moldes de mi boca que eran supervisados por cualquier chaval que pasaba por allí no fuera a ser que el ortodoncista supervisor no lo aceptara y hubiera que repetir todo el proceso, y demás perrerías mientras no podía quejarme ya que mi boca contenía multitud de herramientas médicas.

Tras varias semanas por fín llegó el día en el que me dijeron que mis mejores deseos se cumplían y no iba a tener que llevar brackets, que me iban a poner una cosa súper chula que ni se ve ni se nota. Espero que sea verdad, pero como os he comentado antes os iré contando cada semana mi evolución para desahogar mi dolor y para que los que estéis indecisos toméis una decisión.

Ahora os dejo que voy a comerme un buen trozo de carne mientras pueda. ¡Gracias por leerme!