martes, 29 de julio de 2014

Cuarta y quinta semana

Bienvenidos una semana mas a El drama de mi ortodoncia, antes de nada quiero disculparme por el retraso en la publicación lo que me ha obligado a contar en una entrada lo que me ha ocurrido en dos semanas. Espero que no vuelva a ocurrir.

En estos últimos 14 días he cumplido el primero de los nueve meses que va a durar el tratamiento pero, sinceramente, no he notado cambio alguno en mis dientes. Os hago un resumen a continuación.

Día 22: 
Vuelvo al trabajo tras un día en casa recuperándome de la gastroenteritis y lo hago estrenando funda que, para que engañaros, apenas me molesta. No se si es porque tanto suero me ha dejado fuera de combate y apenas tengo fuerzas para sentir dolor
O es que la férula número cuatro apenas causaba movimiento en mis dientes.

¿Lo bueno? Que apenas tengo que quitármela porque lo más sólido que me llevo a la boca son unas finísimas lonchas de pavo para cenar. 

Día 23: 
Hoy he decidido adquirir un cepillo de dientes eléctrico. Esto me hace recordar que cuando empecé a correr las primeras semanas no paraba de comprarme accesorios para hacer deporte, pero sin los cuales podía salir a dar vueltas al parque sin problema. Ahora me está ocurriendo lo mismo, he leído que los cepillos eléctricos limpian mucho mejor que los manuales y pensé ¿si? pues no pienso escatimar en gastos para la salud de mis dientes.
Vamos hombre...

Día 24:
Lavarme los dientes se ha convertido en un auténtico infierno desde que ayer me compré mi nuevo cepillo eléctrico, se mueve demasiado rápido y unido a la sensibilidad que tengo en los dientes cada vez que termino de comer y tengo que colocarme las fundas de nuevo pienso ¿y si únicamente me enjuago?

Y lo peor, ¿y si con tanta vibración se me cae un diente?
En la entrada anterior os exponía esta misma inquietud y también os contaba que mi ortodoncista me dijo que no había de qué preocuparse, pero claro qué me va a decir: "Oye mira si, ten cuidado porque te puedes quedar con un diente en la mano" Saldría corriendo de allí.

Día 28: 
Hoy toca visita al ortodoncista. Por la duración de la cita, de media hora igual que la de hace dos semanas, me tranquiliza pensar que sólo será una revisión de la boca y los ataches (unas pelotitas blancas que tengo pegadas en algunos dientes para que la férula agarre mejor, pero vamos que con lo fija que está no se cae ni queriendo). Espero no morder a nadie ya que no quiero que me tengan manía y me hagan más daño.

Me dan las próximas seis fundas ya que hasta principios de septiembre no tengo que volver, pero no será en vano ya que me avisan que en mi próxima visita me van a hacer una cosa de cuyo nombre no quiero acordarme que consiste en separarme los dientes pero que tranquila que no duele.
¿Estás segura?

Día 29:
Hoy es mi cumpleaños (mirad que tarta mas rica hice para celebrarlo) y me duele hasta el alma, debe ser que la férula número cinco mueve lo que no movieron las últimas dos fundas juntas.

Cuando voy a consulta me hacen probarme allí mismo las nuevas fundas y  me mosqueó que ayer me costara más de lo normal ponérmelas, no era precisamente por falta de experiencia ya que en un solo día me las coloco como mínimo cuatro veces.

He pasado muy mala noche pero me ha dado más igual ya que mi religión me prohíbe acudir a trabajar el día de mi cumpleaños, me deprime un montón, así que por muchas veces que me desvelara el no tener que madrugar a la mañana siguiente me tranquilizaba.

Cada vez que me quito la funda, la noto tan pegada que pienso que me voy a llevar por delante tres o cuatro dientes (si, estoy obsesionada) y ya no os digo que duele al encajármelas. ¿Pero sabéis una cosa? Nada va a fastidiarme mi día, así que me enchufo un paracetamol de 1 gramo, llevaba tiempo sin tomarme uno, y a recibir regalos.

Día 30:
Primer mes con Invisalign.


Día 32:
Ayer salí por ahí y, por alguna razón que desconozco, esta mañana al quitarme las férulas para desayunar estas estaban de color naranja.
No entiendo nada.

Además es como si hubiera desteñido porque las he cepillado una y mil veces y el color anaranjado no se va, y eso que mi cepillo eléctrico limpia mucho mejor que el cepillo manual...
Perdonad ya paro, pero tengo que convencerme a mi misma que lo que me he comprado y ahora hace mi momento del cepillado un sufrimiento es en realidad buena idea.

Día 35:
Hoy toca el cambio a la funda 6 de 38, cómo pasa el tiempo ¿verdad? Ya me estoy acostumbrando a vivir con ellas, salvo en la primera y esta última, con cada cambio de férula solo noto molestias las primeras 24 horas y gracias a ello he añadido más líquidos a mi alimentación pero ya no paso hambre como al principio Además, me dicen que ya no hablo tan raro aunque no se si es que la gente se ha acostumbrado a que habel raro y ya no recuerdan cómo era yo normal ¿La única pega? Que no puedo masticar con la ortodoncia así que cada vez que quiero comer algo es un rollo tener que ir al baño, me da mucho apuro quitármela delante de todo el mundo, guardarla en su funda (recordad, la azul) y volver como si nada.

Ya queda menos...

¡Gracias por leerme!

martes, 15 de julio de 2014

Tercera semana

Bienvenidos una semana mas a El drama de mi ortodoncia, la tercera semana con Invisalign se ha desarrollado de la siguiente manera.

Día 14 por la tarde: 
Hoy tocaba revisión en la consulta del ortodoncista, no sabía si me iban a hacer algo o simplemente querían ver la evolución así que, como la vez anterior, iba un poco como el que va al matadero.

Mis residentes me recibieron con alegría
Y más feliz me sentí al enterarme que esta vez solo sería una revisión de mis dientes, el cambio cambio de funda a la número 3 y la entrega de la número 4 para la siguiente semana. ¿Lo único malo de aquel día? Sin querer mordí a una de las chicas
Buena forma de empezar...

Día 15 : 
Me despierto con un dolor tremendo de boca, odio los miércoles tanto que durante los próximos meses pasarán a ser los nuevo lunes.

Me siento deprimida, desganada y sin ganas de nada, aunque siempre habrá gente peor que yo.
Para colmo tengo la fiesta de verano de la empresa ¿un miércoles, en serio? Así que me tomé un paracetamol, me puse monísima y me tomé dos cervezas seguidas para dejar de sentir cómo mis dientes peleaban por conservar su sitio mientras la funda no pensaba permitírselo.

Me di cuenta que a medida que tengo sueño (y sobre todo si llevo alguna que otra cerveza) soy incapaz de hablar correctamente.

Día 16: J
A veces tengo la sensación que mis dientes se van a romper de un momento a otro, incluso en ocasiones crujen, pero me dijeron en la consulta que eso es normal. ¿Normal? ¿Os imagináis que de repente estoy comiendo y de repente se me cae un diente?

Ahora que lo recuerdo, en la revisión miraron si todos mis dientes estaban bien y ninguno se movía... Esto no me gusta nada.

Cada vez que me quito el aparato me miro al espejo y miro mis dientes.
¿Todos en su sitio? Excelente.

Día 19: 
El fin de semana fue algo movidito, el sábado lo pasé en urgencias acompañando a un supuesto intoxicado por un kebab aunque luego se descubrió que era un virus que se contagiaba con el contacto, pero no me quiero adelantar a lo que pasó el lunes.

Pasé unas cuatro horas en la sala de espera y para colmo había olvidado la caja azul para guardar la funda actual, porque recordar que azul comienza con a de actual. Me moría de hambre así que me lancé a la locura de comerme una bolsa de patatas fritas con las férulas puestas... No lo intentéis en casa porque es una locura.

Se queda todo pegado en la parte de las muelas, porque con los dientes es imposible morder ya que están recubiertos de plástico, y claro, ¿te vas a meter el dedito para limpiar las fundas?
Pues eso, no lo intentéis.

Día 20: 
Como podéis imaginar hoy tuve festín propio de una gastroenteritis
El cual no quiero relatar para que no dejéis de leerme ¡por favor no os vayáis!

¿La parte positiva? Como no puedo comer sólido no es necesario que me quite las fundas para comer, así que digo yo que el tratamiento hará más efecto.

Día 21: 
Hoy es día de cambio de funda, hoy me tengo que despedir de la férula número 3 cuando ya era parte de mi boca.
Cómo pasa el tiempo, qué poca cosa somos... Hoy no toca volver a consulta, lo celebraré con un buen vaso de suero.

¡Gracias por leerme!

martes, 8 de julio de 2014

Segunda semana

Bienvenidos una semana mas a El drama de mi ortodoncia, como se que estáis ansiosos por saber cómo me está yendo no me demoro más en mi resumen semanal.

Día 7 por la noche: 
Después de cenar y usar el aparato este tan maravilloso que me pongo cada noche para acelerar el movimiento de mis dientes, toca cambiar de funda. Tuve miedo a que la nueva férula no encajara en mi boca por que mis dientes no se hubieran movido la primera semana como se preveía. 

Hago un inciso y os explico un poco mejor cómo funciona esto porque a veces doy por hecho que todos llevais la ortodoncia (aunque se que sufrís con mi dolor tanto o más que yo) y habéis leído foros, webs y demás informaciones sobre cómo funciona Invisalign. 

Antes de empezar crean un molde de tu boca, simulan cual será la situación final y los pasos intermedios entre ambas. Cada cambio consiste en un par de férulas (mandíbula superior e inferior) y es imperceptible ya que no te van a mover los dientes medio centímetro en una semana. Y si lo hacen ¡que me duerman los próximos meses!
Al colocarte la funda por primera vez sientes dolor porque tus dientes están en una posición y la funda nueva obliga a que se desplacen un poco, pero al cabo de los días tu boca se ha adaptado a la funda así que dejas de notarla tanto. Pero entonces te cambian a la siguiente.

Día 8: 
He dormido como un tronco sin ayuda de droga alguna, a pesar de ello me levanto con dolor de encías y echando de menos a mi férula anterior. ¡Ay mi añorada funda número uno, con lo bien que nos estábamos entendiendo! 

Lo peor llega a la hora de comer ya que tengo los dientes tan sensibles por culpa de tanto movimiento que el mínimo choque entre ellos me hace ver las estrellas, así que cada vez como menos. Lo peor fue por la tarde cuando decidí retomar mis sesiones de "running" y me puse malísima en el intento.
Se ve que no comer bien es incompatible con hacer ejercicio. 

Día 9: 
Tengo muchísima hambre.
He llegado a un punto en el que hasta me pone de mala leche ver a otros comer así que mi mal humor crece sin control.

Os resumo mi rutina de comidas diaria: cuando me levanto me bebo un café y un zumo, sobre las 11 de la mañana me cae un batido de esos con pajita (por cierto, han sacado uno de chocolate blanco que debéis probar YA) para engañar al estómago hasta las 14 horas que como.
El almuerzo no suele ser muy abundante por dos razones: no puedo masticar demasiado bien y como tan lento como consecuencia de mi dolor de dientes que me acabo cansando y desistiendo. A las 9 de la noche ceno aproximadamente la misma cantidad que al mediodía, entre medias me bebo un zumo para no desmayarme. 

¿Ahora me entendéis mejor? Esta situación es insoportable, así que he creado un gabinete de crisis en mi cabeza para buscar una solución urgente antes de matar a alguien. Entre que por culpa del hambre estoy siempre cabreada y que me cuesta hablar, mi comunicación con el resto de seres humanos se ha reducido a gruñidos.

¿Algo positivo? Apenas tengo dolor con la funda número dos, o mis dientes se han adaptado a la perfección o mi estómago ha tomado el control.

Día 10: 
No he aguantado más y he ido a la máquina de comida del trabajo a ver qué podía encontrar para tomar a media mañana.
Galletas no porque son demasiado duras de masticar, el chocolate no me emociona y los kit-kat y similar también los considero imposibles de comer así que me decanto por un donuts. Lo saboreo al máximo, no quiero que se acabe, ¡qué rico!

Día 12: 
Durante el fin de semana he ido mejorando considerablemente el dolor pero el hecho de reducir las comidas me sigue creando problemas. El sábado quedé a tomar cañas antes de cenar y claro, como no quise quitarme las fundas hasta que me sirvieron la comida me bebí un par de jarras de cerveza a palo seco que no veáis con que mareo acabé...
Ya os digo, acabaré con los dientes perfectos pero adicta a algo.

Día 14:
Toca día de cambio de funda pero esta vez con visita al ortodoncista. Estoy acojonada pero tengo que disimularlo porque los dentistas/ortodoncistas son como los perros, te huelen el miedo. No olvidaré guardar la funda número dos en la caja de color rojo, con R de reserva... 

¡Gracias por leerme!

martes, 1 de julio de 2014

Comenzamos

Bienvenidos una semana más a El drama de mi ortodoncia, como os comenté hace unos días, en este blog quiero contar mi experiencia con Invisalign principalmente para desahogar mis penas y también por si alguien quiere animarse que sepa realmente cómo es esto. Sin más demoras os resumo la primera semana:

Día 0: 
Acudo a la consulta del ortodoncista nerviosa y con algo de bastante miedo, en toda mi vida mi experiencia con la salud dental se había limitado a 3 empastes sin mayor importancia así que todo aquello me resultaba nuevo, y lo nuevo asusta.

Me hicieron esperar unos 15 minutos en los que yo intentaba relajarme pensando que no iba a ser nada, pero no sirvió de mucho ya que en cuanto me tumbé en la camilla vi dos jeringuillas con sus agujas bien grandes que me hicieron temerme lo peor.
Por suerte no eran para mí. Por si acaso quería volver a quejarme me pusieron un aparato llamado "el abre bocas" que es como un gato hidráulico para separar las mandíbulas. El que lo inventó podía haber pensado un nombre que sonara algo mejor ¿no creeis?

Así que inmovilizada, sin poder hablar y con un aspirador de saliva dentro de mi boca, que hacía un ruido espantoso, me comenta la señora encargada de mi ortodoncia que hay que ver que para ser esta la primera vez que lo hace lo poco que se pasan los profesores para supervisar. Mucho más tranquila, oye...
Tras dos horas intentando imaginarme que en vez de en aquella consulta en la que olía a carne quemada me encontraba en una playa desierta, llegó el momento de aprender a ponerme y quitarme las férulas ya que no puedo comer con ellas. Todo un espectáculo dado que es algo que va muy ajustado a mis dientes y para quitarlas tienes que meter la uña e ir haciendo hueco poco a poco, ¡al carajo la manicura!. Para colocarlas no creáis que es mucho mejor, tienes que encajarlas en tus dientes hasta que haga "clac" y sientas que el dolor recorre cada centímetro de tu ser.

Por último me enseñaron a usar un aparato que acelerará el movimiento de mis dientes, tengo que ponérmelo cada noche 20 minutos y gracias a ello este infierno durará 38 semanas en vez de las 76 originales. Es súper gracioso porque si buscas información de ello en internet aparece gente haciendo su vida normal con dicho cacharro vibrando en su boca.
¡Mira qué feliz es!

¿Recordáis los anuncios de la teletienda en los que la gente ve la tele, lee o hace la compra mientras pierde millones de calorías? Pues algo similar e igual de falso. Cuando lo enchufo ¡me vibran hasta las pestañas!

Tras pasar media vida (o eso me pareció a mi) en la consulta regresé a casa sin poder hablar, con algo que me presionaba los dientes y cargada de aparatos que serán mi sombra hasta el mes de marzo. Del momento cena prefiero hablar en otro momento, fue demasiado ridículo para tratarse de una sopa con fideos.

Día 1: 
Me desperté con la misma presión en los dientes que la noche anterior aunque se alivió momentáneamente cuando me quité las fundas para desayunar, todo muy líquido ya que el tema de masticar era aún una asignatura pendiente.

El dolor aumentó cuando tuve que colocarme de nuevo la ortodoncia, debe ser que los dientes se relajaron durante los 15 minutos que tardé en tomarme el café. Tras la media hora de la comida directamente me enchufé un paracetamol, después de cenar pensé asaltar un jarabe que tengo para la tos que da sueño, pero me contuve porque me da miedo engancharme a él (os prometo que leí un caso así en un foro).

Como mi dieta se basa mayoritariamente en líquido me avisan que perderé algún kilo, cosa que dado mi peso pluma no es del todo recomendable, pero lo tomo como un daño colateral. Reconozco que hay momentos que tiraría las férulas junto con mis dientes por la ventana porque el dolor constante termina por sacarme de quicio, cosa que no es muy difícil conseguir, pero después de el dinero que me estoy gastando prefiero pensar en otra cosa.

Día 2: 
Me dicen que hablo como Rajoy de pequeño.
Toca admitir que hasta que no aprenda a hablar de nuevo tengo perdida cualquier discursión en la que participe.

Apenas siento dolor al despertarme, también pudieron tener que ver el paracetamol de 1 gramo y la infusión de valeriana que me tomé para dormir. No sé cómo terminarán mis dientes, pero a este paso acabaré adicta a algún tranquilizante, sino al tiempo...
Empiezo a comer cosas más sólidas (en este caso fue sushi, tampoco os imaginéis un chuletón) pero aún así he reducido el número de comidas. Antes hacía cinco: desayuno, media mañana, almuerzo, merienda y cena, pero me da tanta pereza ir al baño, quitarme las fundas, comer, volver corriendo al baño, lavarme los dientes y colocarme las fundas que prefiero saciar mi hambre con agua. No paro de orinar.

Día 3: 
Mis compañeros de trabajo salieron a comer fuera pero yo no me vi ni física ni mentalmente preparada para montar todo este circo en el baño de un bar, así que decido comer sola en la oficina.

Día 5: 
Parece que durante el fin de semana el dolor ha mejorado. Me he dado cuenta que en el trabajo tiendo a morder cuando me estreso y claro, si muerdo me duele y si me duele inconscientemente tiendo a morder más para aliviar el dolor, lo cual crea un círculo vicioso de sufrimiento del cual no se salir.

No me miréis así, en el fondo a los bebés se les da el chupete para que alivien su dolor mordiendo pero ya resultaría demasiado ridícula llevando uno al trabajo.
Confieso que la otra noche me desperté con dolor en la boca y algo de carraspera, así que en mi desesperación y apoyada en la soledad de la noche en la que nadie podía decirme nada asalté el jarabe para la tos que también da sueño. Prometo que algo de tos tenía...

Día 6: 
Las férulas y yo somos uno, me las quito y pongo sin problema e incluso con una mano. ¿El problema? La cantidad de llagas que se me han ido creando a lo largo de esta semana y que me están amargando la vida. Al principio, al encajar las fundas, era bastante habitual que al hacer "clac" me pellizcara parte del moflete con ellas lo que me hacía ver las estrellas y crear heridas en mi delicada boca.
Lo peor era cuando esa herida se creaba sobre otra, lo que ha terminado formando una llaga en línea recta desde la boca hasta la mismísima campanilla.

Las noches las paso bien, aunque me han amenazado con esconderme el paracetamol de un gramo y el jarabe para la tos porque están notando cómo poco a poco cada vez hay menos cantidad, nota mental: ser más cuidados la próxima vez.

Día 7:
Hoy es mi último día con la funda número 1 ¡qué emoción! Me dijo la ortodoncista la semana pasada que después de la cena del séptimo día la cambiara y guardara la anterior en una funda de color rojo... Mejor os transcribo  la conversación porque rozó el surrealismo:
- Ortodoncista: Recuerda que tras la cena del séptimo día, es decir el próximo martes, tienes que empezar con las férulas número 2.
- Yo: Vale, entendido.
- Ortodoncista: Te doy dos fundas para guardar las férulas, una de color rojo y otra de color azul.
- Yo: Si, las veo.
- Ortodoncista: Bien, azul empieza por...
Una pausa en la que la ortodoncista espera mi respuesta mientras yo la miro con incredulidad como pensando "¿en serio?"
- Yo: A
- Ortodoncista: ¡Exacto! A de actual, por lo tanto en la funda azul guardarás las férulas que lleves en ese momento.
- Yo: Tiene sentido.
- Ortodoncista: Seguimos, rojo empieza por...
¿De verdad que tenemos que seguir con esto?
- Yo: R
- Ortodoncista: ¡Muy bien! R de reserva. Las férulas anteriores a las actuales las guardas en la funda roja -como debió pensar que era estúpida me contó un cuento con moraleja para que no se me olvidara- Por ejemplo si llevas puesta las férulas número 31 guardas en la funda roja las del número 30, porque imagina que un día pierdes las número 31 ¿qué haces entonces? Ponerte las anteriores mientras pedimos un recambio del número 31 a los fabricantes.
- Yo: Bien pensado.

¡Gracias por leerme!