domingo, 8 de mayo de 2016

Termina el primer refinamiento (porque habrás más)

Bienvenido una vez más a El drama de mi ortodoncia.

¿Cómo van esos dientes? Los míos parece que le han cogido gusto a las férulas, me temo que habrá blog para rato...
La última vez os conté que, tras algún que otro intento fallido, finalmente me habían colocado las temidas gomas. ¿Cómo ha sido la experiencia? ¿Queréis que sea sincera? ¿De verdad? ¡Un horror!

Para empezar es lo más antiestético que han inventado, supongo que llevar brackets es peor pero gracias a Dios no he vivido esa experiencia así que sí, es lo peor que he tenido que sufrir hasta la fecha. ¿Incómodo? ¡Incomodísimo! Molesta al hablar, molesta al bostezar, molesta al reír, molesta sin más...
Por no hablar de cuando estás durmiendo tranquilamente (y sin meterte con nadie) y te despierta un latigazo en la boca, muy cómodo, porque aunque no hayas movido ni un sólo músculo de la cara te ha saltado una goma que ha rebotado sin piedad en la mejilla. Por supuesto pasas de levantarte al baño para colocarla en su sitio
¿Y arriesgarte a no poder volver a coger el sueño? Demasiadas torturas por esta noche, así que guardas la goma en un lugar de la boca y rezas por que a la mañana siguiente esté ahí. Señal de que no te la has tragado.

Hasta de las peores pesadillas despiertas, esta vez no iba a ser menos, así que tras cuatro meses que duraron lo que diez el señor que ahora llevaba el control de mi ortodoncia decidió que ya estaba bien de gomas. ¿Esto significaba el final? Yo pensaba que si...
Descubrieron que, aunque mi mandíbula había dejado de ser más propia de los Austrias, aún quedaban un par de diastemas (huecos entre los dientes, para que todos nos entendamos) que el refinamiento no había conseguido corregir. Esto suponía un problema: había agotado las férulas pero el tratamiento no había finalizado.

Tras divagar unos minutos, tiempo en el que yo me vi de nuevo con las gomas, decidieron tomarme medidas para unas nuevas fundas de refinamiento. Mientras tanto me adaptaron el último par de férulas para usarlas únicamente al irme a la cama. La orden era volver al mes, dando tiempo suficiente para que la empresa que hace las férulas las enviara a la clínica, y comenzar el refinamiento cuanto antes. Pintaba bien ¿verdad?
Esto ocurrió a principios de enero y aún sigo con las fundas adaptadas para dormir.

Cuando volví un mes después me dijeron, con toda la felicidad que la tranquilidad del trabajo bien hecho proporciona, que los moldes no salieron bien y que, por lo tanto, no lo pudieron enviar a la empresa correspondiente.

¿No podían haberme llamado antes? Algo del estilo - Disculpa pero los moldes no han salido como esperábamos, ¿podrías pasarte un día y te los hacemos de nuevo? - No, mucho mejor esperar a la siguiente cita y perder un tiempo magnífico.
Tras hacerme de nuevo los moldes, cosa desagradable donde las haya ya que te meten ua pasta en la boca y aprietan fuerte durante varios minutos, me dijeron que llamara a los 15 días. De esa fecha ha pasado un mes, y por más que llamo mis nuevas fundas no llegan.

Espero volver pronto con noticias.

¡Gracias por leerme!